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jueves, 10 de julio de 2014

Capítulo 11: Heridas.





Esa noche la familia de Sarah se marchaba a Barcelona, así que ella aprovechó para invitar a algunos amigos a su casa.
-Esta noche nada de vestidos -le había dicho a Lena- hoy nos lo vamos a pasar bien, y no te vas a ir a la cama antes de la una como haces siempre, ¿vale?
Lena no pensaba ponerse un vestido ni aunque se lo hubiese pedido. Si no lo había hecho para la cena, no lo haría para una fiesta. 
Vic había estado toda la tarde dormido, después de volver de la playa se había ido directamente a su habitación, y no volvió a aparecer hasta la noche, así que Lena estuvo también en su propia habitación intentando no ponerse nerviosa pensando que esa noche había una fiesta y tendría que socializar con gente. 
De vez en cuando abría la puerta y miraba hacia el pasillo, esperando algo, pero nadie había aparecido.
Cuando dieron las 23:00, alguien llamó a su puerta. Lena tenía la música alta, pero aún así lo oyó, y fue a abrir.
Era Vic.
Quién sino.
Lena le miró como esperando a que él hiciese algo, pero él no dijo nada, solo entró y se quedó ahí de pie, mirándola. 
-¿Vas a bajar esta noche? -le preguntó a Lena.
Llevaba puesta una camiseta gris, pantalones vaqueros oscuros y una chaqueta negra.
-Estás muy guapo -le contestó Lena. Casi al segundo se arrepintió de haber pensado en voz alta, como siempre. 
Vic sonrió, y antes de que le diese tiempo a responder algo, Lena dijo:
-Sí, sí voy a bajar, aunque la verdad es que no tengo muchas ganas.
Se quedaron un largo rato en silencio, mirándose, hasta que Lena se puso a fingir estar muy ocupada apagando el portátil y quitando la música.
-¿Qué te ha pasado esta tarde? -le preguntó por fin ella.
Vic apartó la mirada y lanzó un largo suspiro al vacío.
-Nada, tenía cosas que hacer -respondió- y ahora me voy. Solamente venía a preguntarte si nos veríamos esta noche.
Y acto seguido se fue, cerrando la puerta.




Jorge salió de su habitación pensando que la casa estaba vacía hasta que oyó las voces de Sarah y sus dos amigas, que estaban en una habitación del mismo pasillo. Al pasar por fuera de uno de los cuartos y escuchar la voz de Sheila pronunciando su nombre, sintió una leve punzada en el pecho.
Se paró fuera, la puerta estaba entreabierta, y se dedicó a escuchar.
-Entonces... -se oyó decir a Sarah- ¿por qué le has dejado?
Sheila suspiró y guardó silencio durante un momento. No pasaron más de cinco segundos, pero para Jorge se transformaron en cinco horas.
-Porque... -masculló- porque en realidad nunca le quise. O sea, claro que le quise, pero no como él a mi -aclaró- me gustaba cómo me trataba, por eso estábamos juntos... pero recordad que éramos unos críos de catorce años cuando empezamos a salir -añadió- no sabía lo que hacía y me acabo de dar cuenta ahora.
El silencio reinó durante un largo rato.
-Bueno, mira el lado positivo -se oyó decir a Nicole- al menos te has dado cuenta y ya está todo acabado, ahora puedes volver a empezar de cero.
Jorge no sabía qué estaban haciendo allí dentro, tal vez probándose estúpida ropa para la estúpida fiesta de esa noche, pero tuvo ganas de entrar en la habitación y decirle a Sheila algo que pudiese doler tanto como lo que ella acababa de decir de él... y no encontró nada.
Respiró profundamente durante unos segundos y dio media vuelta. Toda la tristeza que había sentido durante esos días, acababa de transformarse en rabia.

     


A las doce y media de la noche Lena bajó al salón y vio a Jorge sentado en el mismo sillón en el que había estado sentado la noche anterior, pero esta vez hablando con una chica. Esa imagen hizo que sintiese algo extraño en el pecho, y se dedicó a buscar con la mirada a su amiga Sarah. Cuando la vio, también observó con el rabillo del ojo a Jorge acercándose hacia ella, y simuló que ni le importaba ni se daba cuenta.
-Estás sola esta noche, por lo que veo -comentó.
Lena asintió y se encogió de hombros, no sabía qué decirle, no quería hablar con él.
Metió las manos dentro de las mangas de su sudadera, como hacía siempre que se ponía nerviosa.
-¿Esta noche no estás con tu novio? -preguntó el chico, poniéndose a su lado.
Llevaba una camisa negra, unos pantalones algo caídos, y estaba muy guapo también, pero a él no se lo dijo. Cuando Jorge la miró, ella se dio cuenta de que sus ojos estaban más verdes que nunca.
-Supongo que veré luego a Vic -respondió Lena- Y no es mi novio.
Jorge sonrió y le dio un largo trago a su cerveza, y de una mesa cogió otro botellín y se lo ofreció a Lena. Ella nunca había probado la cerveza, pero no se atrevió a rechazarle.
-¿Entonces por qué pensabas que hablaba de él al decir "novio"? -preguntó de nuevo- podría haber estado hablando de cualquiera... -giró la cabeza hacia donde estaba la gente reunida y señaló con su mano libre- podía haberme estado refiriendo a Rubén, por ejemplo.
Lena le miró de reojo y se sonrió.
-Sabes que a Rubén no le gustan las chicas.
Jorge frunció el ceño y dio otro trago a su cerveza.
-Qué sorpresa, pues no tenía ni idea -comentó Jorge, aunque no pareciese impresionarle mucho.
En ese momento sonó el timbre y apareció Sarah corriendo a abrir la puerta. Entraron unas amigas suyas, pero justo antes de que se cerrase la puerta, Jorge corrió para sujetarla e hizo un gesto a Lena para salir fuera.


                                                                        

Llevaban un rato sentados en la puerta de la casa, hacía mucho frío y no había nadie más en el jardín delantero. Ni en la calle, ni en la playa frente a ellos, nadie salvo ellos dos.
Lena se dio cuenta de que Jorge no paraba de tocarle el hombro y acercarse a ella cada vez que tenía oportunidad, y aunque eso le acelerase el corazón, en el fondo no se sentía cómoda, en el fondo no quería estar ahí y empezaba también a preguntarse dónde se había metido Vic. Había estado todo el día muy raro, llevaba sin verle desde que se fue de su habitación hacía ya un buen rato, y tampoco tenía ninguna manera de contactar con él porque no tenía ni su número.
Jorge había pasado aquel rato hablándole de asignaturas, de clases y profesores, de su vida. Ella solo se dedicaba a escuchar en silencio, no tenía nada que decir, y tampoco quería aportar nada.
-Pero, bueno... -dijo él finalmente- cuéntame algo tú, no has abierto la boca.
Se metió la mano al bolsillo del pantalón y sacó una caja de cigarros, le ofreció uno a Lena, pero ella le rechazó negando la cabeza.
-No tengo mucho que contar -respondió- mi vida sigue tan aburrida como siempre.
Jorge dio una larga calada a su cigarro, y soltó lentamente el humo, ella estaba sentada a su lado derecho, y él la miró y sonrió.
-¿Entonces no tienes novio? -preguntó.
Lena dejó la cerveza en el suelo y apretó los puños dentro de las mangas de la sudadera. Hacía frío, ¿por qué no podían charlar dentro? Jorge se había acercado mucho a ella al hacer esa pregunta, y lo que más deseaba en ese momento era que apareciese alguien y les interrumpiese, pero dentro la música estaba bastante alta y nadie salía ni entraba. Todo estaba oscuro, desierto, como si solo existiesen ellos dos.
Lena le miró a los ojos y se preguntó a sí misma si de verdad quería que alguien les interrumpiese.
Negó lentamente con la cabeza, a modo de respuesta.
-Yo ahora tampoco tengo a nadie -respondió él.
Los dos se quedaron en silencio un rato, ella se preguntaba a sí misma cómo podía aguantar tanto tiempo mirando sus grandes ojos verdes sin apartar la vista, y Jorge dejó caer el cigarro en el suelo y levantó la mano para acariciarle la barbilla 
Lena sintió que algo frío le bajaba por la espalda y apartó la mirada de sus ojos.
-¿Qué pasa? -preguntó él, y la atrajo hacia sí.
La chica sentía que le ardía la cara, le temblaban las manos, y tampoco tenía muy claro qué estaba pasando ni qué iba a responder, pero no les dio tiempo a decir nada más a ninguno de los dos, porque la puerta de entrada se abrió e hizo que ambos se sobresaltasen.
-Perdón -murmuró una chica bajita que salió hacia el jardín.
Jorge y Lena se quedaron de pie al lado de la puerta, mirando cómo la desconocida se marchaba por la entrada principal.
-Qué oportuna -comentó Jorge.
La puerta seguía abierta, y nadie se acercó para cerrarla. Ambos caminaron hacia la fuente del jardín y se apoyaron en ella. Jorge, sin decir una palabra, se situó de pronto frente a Lena, quedando tan cerca como estaban antes. Ella respondió con una risa nerviosa.
-¿Qué pasa? -volvió a preguntar él, susurrando.
Se acercó más a ella, situó las manos en el borde de la fuente, que llegaba a Lena a la altura de la cadera, y le impedía salir.
Lena levantó un poco la cabeza, y al ver lo cerca que él estaba, volvió a bajarla.
-Pensé que estabas loca por mi desde el instituto -comentó él- ¿no me escribiste una carta de amor cuando eras una cría?
Jorge se reía, pero a Lena le ardían las mejillas y no le hacía ninguna gracia. Al parecer, él lo notó y se alejó un poco de ella, adoptando una postura que a Lena le pareció arrogante.
-Siempre me hizo mucha gracia... -continuó diciendo- que con trece años pensases que estabas ''enamorada''.
-Era una niña -cortó ella.
-Una niña boba -corrigió él, con una sonrisa.
Lena se sintió incómoda y ofendida, apartó a Jorge de ella para que la dejase marchar, pero él la agarró de un brazo y tiró de ella hasta dejarla frente a él, de nuevo.
-Venga, no te enfades... -susurró, acercando su cara a la de ella, pero al ver que Lena se giraba, añadió:- centrémonos en el presente, deja el pasado atrás. A no ser que sigas siendo una niña boba, claro.
Lena le esquivó otra vez, girando la cabeza. 
Nunca se habría imaginado a sí misma evitando un beso de Jorge, pero en ese momento tenía tanta rabia y tantas ganas de llorar que no le importó lo más mínimo. Y estaba segura de que no le importaría en un futuro.
Sentía un nudo en la garganta que le impedía hablar.
-Venga -exclamó él- ¿no decías que te morías de ganas de besarme?
Lena apretó los puños.
-Ya está bien -le contestó, y se odió a sí misma cuando su voz se fue quebrando- deja de recordar eso.
-Es una broma, Lena -respondió Jorge, riéndose- no puedes tomarte estas cosas en serio a estas alturas...
-Las bromas se hacen a los amigos -le interrumpió ella- y tú no lo eres ni volverás a serlo nunca.
Jorge se rió, ofendido e incrédulo, pero no dijo nada. Tampoco se alejó de ella.
-Quiero irme -susurró Lena.
-¿A dónde quieres irte, a tu habitación a llorar? -le preguntó. Y ya no se reía- ¿o prefieres irte con Víctor?
-Se llama Vic -le corrigió- y si me voy a mi habitación a llorar no debería importarte.
Jorge continuaba mirándola, pero ella no giraba su cara, estaba mirando hacia la entrada principal y cada vez que él intentaba acercarse, ella volvía a alejarse.
La puerta de la casa seguía abierta, y unos chicos salieron al jardín a fumar, Lena se giró para mirarles, esperando encontrar a Vic, a Sarah, o incluso a Nicole, pero no reconoció a ninguno de ellos.
-Ese tío no te conviene -le dijo- te pega más alguien como yo.
Lena abrió los ojos como platos e intentó disimular su sorpresa ante aquel comentario.
-¿Y eso desde cuando?
Jorge la miró con una sonrisa en los labios. No tenía ni idea de por qué, pero nada de lo que ella había dicho le había ofendido lo más mínimo, pese a lo orgulloso que era.
Acercó sus labios a la mejilla de Lena y le dio un beso. Le sorprendió ver que ella ni se apartó ni dijo nada. La miró a los ojos, y por una milésima de segundo estuvo seguro de que iba a pedirle perdón por todo el daño que podía haberle hecho, pero por algún motivo, no fue capaz.
Bajó de su mejilla a su cuello, y notó cómo ella se ponía tensa.
-¿De verdad no quieres solo un beso?
Lena estuvo segura durante una milésima de segundo de que no iba a ser capaz de apartarse, de que le besaría y ahí se quedaría todo, en un beso. No pasaría nada por besarle una vez.
Pero ella también sólo lo pensó durante una milésima de segundo.
-No. Ya te he dicho que lo que quiero es irme -repitió, e intentó apartarle de ella.
Jorge la cogió de las muñecas y la atrajo hacia sí, y le hizo daño, pero ella no dijo nada. Se preguntó si habría bebido algo más que aquella cerveza.
-No pienso dejar que te vayas -le dijo.
Jorge intentó volver a besarla, pero Lena consiguió zafarse de sus manos y le empujó hacia atrás. Los chicos que estaban fumando cerca de ellos preguntaron si iba todo bien, pero ella no respondió. De haberles respondido habría dicho que absolutamente nada iba bien.
-No te pongas así -le dijo él, riéndose- ¿no has madurado ni un poquito?
Lena sintió que se le llenaban los ojos de lágrimas de pura rabia, y cuando Jorge se volvió a acercar una vez más, le empujó con más fuerza, haciendo que se tambalease.
Hubo un momento de silencio después de eso.
-Eh, Lena -llamó alguien desde la puerta de la casa.
Pero Lena no tuvo tiempo de ver quién la había llamado antes de que Jorge se acercase a ella y le diese un empujón que la hizo caer al suelo, y los chicos que estaban ahí se acercasen, y la persona que estaba en la puerta también.
Todo había pasado tan rápido que Lena solo recordó a Vic queriendo ayudarla a levantarse. Ella ni siquiera le había mirado, rechazó su mano y se levantó del suelo sola. Se sentía estúpida y solamente quería marcharse de allí.
-¿Qué estás haciendo? -se oyó de pronto a Vic.
-¿Qué? -respondió Jorge, desafiando a Vic con la mirada- ¿es que estás ciego?
-No tenías que haber... -empezó a responder Vic, pero inmediatamente se calló.
-Vic, salgamos de aquí -susurró Lena, con la voz entrecortada.
Pero él seguía con los ojos fijos en Jorge, su cuerpo estaba aparentemente relajado, aunque tenía los puños cerrados con fuerza. Lena tuvo miedo de pronto y pensó en marcharse, pero no quería dejar a Vic allí.
-Sí, mejor llévatela de aquí -respondió Jorge después de oír el comentario de Lena.
Vic dio un paso hacia él, los chicos que estaban fumando parecían expectantes a que algo ocurriese y Lena pensó que eran imbéciles.
-¿Qué? -exclamó Jorge- ¿vas a pegarme?
Vic no dijo nada, le miró sin ningún tipo de expresión en su rostro durante un rato y, acto seguido, cogió a Lena de la mano y caminó hacia la salida.
-Eh, no me ignores -le advirtió Jorge, poniéndole una mano en el hombro cuando Vic pasaba por su lado. 
Pero Vic siguió de largo, sin siquiera mirarle, y con toda la parsimonia del mundo. Entonces Jorge se giró, caminó hacia él, se puso en frente del chico y le dio un puñetazo en la cara. Los tipos que estaban ahí se acercaron rápidamente y sujetaron a Jorge, pidiendo que se calmase, aunque parecía bastante calmado.
Nadie volvió a moverse, todos se quedaron mirando a Vic, esperando a que hiciese algo. Él se tocó la boca, se miró la mano y musitó algo inaudible. 
-Eres un imbécil -dijo Lena de pronto, dirigiéndose hacia donde estaba Jorge. 
Vic tuvo tiempo de agarrarla del brazo antes de que ella alcanzase a Jorge, y se sorprendió cuando Lena se zafó de su mano y continuó su camino.
Uno de los chicos que estaban allí la sujetó también, y no dejó que se acercase a él. 
-No montéis escenas aquí, no es vuestra casa -advirtió uno de ellos.
-Me da lo mismo -respondió Lena- ¿no quiere pegarse con alguien? suéltale y deja que me pegue porque le voy a matar.
Lena se retorcía entre los brazos del chico que intentaba sujetarla, y Vic estaba ahí de pie, mirando. Por algún motivo sonrió cuando Lena dijo aquello, aunque los demás chicos la mirasen como si estuviese loca, incluido Jorge. Él la comprendía: demasiada rabia acumulada, en algún momento tenía que estallar.
-¿Qué pasa, tú no te vas a defender? -preguntó Jorge a Vic.
Lena iba a decir algo, pero Vic habló antes.
-No, la verdad es que no -respondió tranquilamente. Cogió a Lena de la mano, que estaba temblando, y añadió:- con que no vuelvas a acercarte a ella me vale.



Lena se adelantó a Vic y caminó hasta el paseo de la playa, que estaba justo enfrente, cruzando la carretera. La rabia que había sentido se le había pasado de una manera fugaz, y en ese instante no podía parar de llorar, y no sabía exactamente por qué.
Cuando Vic llegó a su lado, ella se secó las lágrimas y se giró hacia él. Tenía el labio rojo, y sangraba.
-Madre mía -exclamó- soy inútil, ni siquiera te he preguntado cómo estás...
Vic negó con la cabeza, intentando tranquilizarla, pero ella siguió hablando.
-¿Te duele? te sangra la boca -se acercó a él y posó sus fríos dedos sobre esa zona de su boca. Vic cerró los ojos e hizo una mueca- tenemos que curarte eso -le dijo.
Él pensó que se dirigían otra vez a la casa de Sarah, pero Lena caminó hacia el centro del pueblo.
-¿A dónde vas? -preguntó, siguiéndola.
-A buscar una farmacia que esté abierta 24 horas -respondió ella.
Vic la miró un rato en silencio. Lena seguía llorando, la cogió del brazo antes de que cruzase la calle y se dirigiese al pueblo.
-No es necesario, Lena. Da lo mismo.
-No da lo mismo -exclamó- te ha pegado por mi culpa...
-Me ha pegado porque es imbécil -le interrumpió Vic, levantando el tono. Y por primera vez desde que le conoció, ella detectó rabia en su voz- Deja de llorar ya, porque te juro que como me enfade más de lo que ya estoy, entro en esa casa y le mato yo por ti.
Lena se quedó en silencio, mirando sus mejillas rojas, su cuerpo tenso y su pelo revuelto. Asintió y no dijo nada más hasta que encontraron una farmacia.
Cuando salió, Vic la esperaba fuera, sentado en un banco. Algunas personas se habían quedado mirándoles y a Lena se le ocurrió ir a un sitio más alejado de miradas ajenas, aunque a Vic parecía darle lo mismo. 
Llegaron a una zona en la playa donde había mesas de picnic, a esas horas no había nadie por ahí, estaba apenas iluminado y solo se oían las olas del mar.
Vic se sentó y ella se quedó de pie frente a él, sacó de la bolsa un trozo de algodón y lo empapó con algo que salió de un bote blanco.
-Me han dicho que si la herida está abierta, te va a doler un poco.
Vic se encogió de hombros.
-Nadie diría que hemos venido aquí a curarme el labio -comentó- Esos que estaban ahí van a pensar que estamos traficando o cualquier cosa.
Lena sonrió y pensó en otras cosas que podían pensar esas personas que estaban ahí, pero no dijo nada.
-Quédate quieto -musitó- Si te duele, apriétame la mano.
Vic no dijo nada, simplemente la miró a los ojos y esperó, tenía unos ojos tan oscuros que los confundía con el cielo esa noche. Lena le curaba con una mano, la otra la tenía posada sobre su mejilla. Él se la cogió con delicadeza.
-¿Te duele? -preguntó ella.
Él negó.
-¿Entonces? -volvió a preguntar, y apartó el algodón de su labio.
-Me gusta tocarte -dijo él.
Se quedaron un rato en silencio, mirándose a los ojos. Lena sintió que se sonrojaba y agradeció la oscuridad.
-Bueno, ya está, supongo. Solo aguanta  algodón ahí. -dijo, dejando que Vic presionase- Podríamos haber ido a curarte a casa de Sarah, pero no tenía ganas de entrar allí otra vez.
Vic continuaba mirándola a los ojos sin decir nada, y a ella le empezaba a resultar incómodo.
-¿Por qué... por qué no te defendiste? -le preguntó a Vic.
Pensó que él se iba a enfadar o no le iba a responder, pero no pasó nada de eso.
-Sí me defendí -dijo él, quitando el algodón de su boca- Te cogí y nos marchamos, y no le di lo que él quería, que era pelearse con alguien.
Lena asintió casi imperceptiblemente. Sintió ganas de pedirle perdón, pero recordó cómo se había puesto antes y prefirió callarse.
-Tengo miedo de que vuelva a hacerte algo -musitó, después de un rato en silencio.
Vic la miró y sonrió de medio lado.
-Empieza a preocuparte más por ti -le aconsejó.
Se volvieron a quedar en silencio bastante rato, se oían las olas del mar, el cielo estaba estrellado y hacía frío.
Ella suspiró y se sentó encima de la mesa de picnic, quedando un poco más arriba de Vic, que estaba sentado en la silla.
-La noche es preciosa -musitó.
Y él la miró como si estuviese diciendo la idiotez más grande del mundo.
-¿Cómo puedes opinar sobre la belleza si no tienes ni idea de lo que es?
Lena frunció el ceño. Tenía los ojos azules de Vic a dos palmos de los suyos, pero no la ponían histérica ni le hacían tener ganas de huir a otro sitio, como cuando la miraba Jorge.
Cuando Vic la miraba sentía ganas de quedarse.
-¿Por qué dices eso? -preguntó.
Él cogió un mechón de su oscuro pelo y se lo puso detrás de la oreja.
-Tú también eres preciosa -dijo él- y muchas veces no te das cuenta. O se te da muy bien fingir que piensas que no lo eres.
Lena abrió la boca para decir algo, pero inmediatamente la cerró y no habló. Vic la miraba, con una sonrisa en los labios, y ella apartó la cara y esquivó sus ojos.
-¿No te lo esperabas? -le preguntó Vic.
Lena negó, y volvió a mirarle a los ojos otra vez. Eran tan azules que parecían anormales.
-Perdona -musitó él, apartando la vista- Perdona, en serio, no es que me arrepienta de decir lo que he dicho, pero no tenía por qué haberlo hecho. Ahora esto es muy incómodo.
Lena sonrió y pensó que era adorable, pero no se lo dijo.
-No pasa nada -respondió.
Esas cosas no le pasaban a ella. Nadie le decía que era guapa, salvo su madre, así que no supo cómo reaccionar, y antes que decir algo y cagarla, prefería quedarse callada, aunque eso provocase un incómodo silencio.
Solamente les iluminaba la luz de la luna, y las luces del paseo que estaba un poco más allá. Vic veía la mitad del rostro de Lena, pero no podía parar de pensar en lo preciosa que se veía ahí, a la luz de la luna, con su cara tan blanca como la nieve y sus enormes ojos negros, rojos de haber llorado, sus manos y su nariz frías, su cuerpo tan pequeño... todo era pequeño en ella, y él no podía evitar que le entrasen unas enormes ganas de protegerla, abrazarla, y no soltarla nunca. Aunque supiese perfectamente que ella podía cuidar de sí misma, que no necesitaba a nadie. Eso era lo que más le gustaba.
Sintió ganas de volver a decirle que era preciosa, pero se calló, y pensó que tal vez lo mejor fuese irse de allí y hacer como si nada hubiese pasado. Total, cuando pasaran unos días no volverían a verse nunca más.
Pero cuando se levantó, dispuesto a salir de aquella oscuridad hacia el paseo marítimo otra vez, Lena le agarró de la manga de la chaqueta y le atrajo hacia ella. Vic pensó que no iba a bajarse de la mesa, así que se acercó más, para quedar a su altura, pero ella bajó, y sin quererlo, quedaron tan cerca como la noche anterior cuando habían estado sentados en la cama de Lena.
Estuvieron un rato así, ella mirando hacia arriba y él mirando hacia abajo, sin saber muy bien qué decir.
-No sé si soy yo demasiado alto o tú demasiado pequeña -murmuró Vic.
Ella le dedicó una mirada asesina, pero no le había molestado realmente el comentario.
Todavía estaba sujetándole de la manga de la chaqueta, él cogió su mano y entrelazó sus fríos dedos con los de él. Apartó un momento la mirada de los oscuros ojos de Lena para contemplar sus manos entrelazadas, como si llevase mucho tiempo esperando ver eso.
Se oía el mar, pero de alguna manera, también se oía la luna y las estrellas. 
Entonces Lena le besó, poniéndose de puntillas, como en las películas. Fue delicada, consciente de que él tenía una herida, pero le temblaban las manos, y los labios, y sentía que estaba siendo un poco bruta. Sintió las manos de Vic empujándola hacia él, y sentir su cuerpo pegado al suyo provocó que suspirase y se alejase.
Nunca antes había besado a un chico, ni había hablado de eso con nadie, ni tenía idea de lo que se debía hacer durante el beso o después de él.
-¿No te duele el labio? -le preguntó.
Vic la miró a los ojos durante unos segundos y no respondió, simplemente volvió a besarla, esta vez con más pasión que antes. Lena aceptó aquello como respuesta y apoyó las manos sobre el pecho de Vic, sintiendo que algo dentro de ella se emocionaba tanto, que tuvo ganas de morderle los labios, pero pensando en su herida se contuvo, y Vic, como leyéndole el pensamiento, le mordió dulcemente el labio inferior. Lena le cogió del cuello de la chaqueta, acercándole a ella, y Vic la abrazó con más fuerza que antes, casi levantándola del suelo. Había empezado con un beso tímido y ahora les costaba respirar.
-Para -susurró ella.
Vic se separó de ella despacio, mirándola ahora de una manera diferente, sorprendido.
-Perdona -musitó.
Ella negó con la cabeza y sonrió, y Vic le devolvió la sonrisa.
A los dos les ardían las mejillas y tenían una sonrisa nerviosa pegada a los labios. Se quedaron un rato más así, mirándose, en silencio, como si no hubiese nada más alrededor.

                                      

5 comentarios:

  1. Estupendo!! Y que largo, me ha encantado, estoy deseando leer mas. Sigue asi :D
    Besos <3

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  2. ¡Cuánto echaba de menos a Lena y a Vic! Gran regreso, sí señorita. Es increíble lo identificada que me siento con Lena, y la verdad es que yo también odio a muerte los vestidos. Yo soy más de estilo militar... O al menos, algo informal.
    Espero con muchas ansias el próximo capítulo, siempre es un gusto teneros de vuelta.

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  3. Me fascina tu novela. Te felicito, me encanta como escribes y POR FAVOR no dejes de subir capítulos .

    Xx

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  4. Me encanta la historia y me encanta Vic!!!! Por dios es taaaan mono! Y Me gusta la personalidad de Lena. El hecho de que sea un personaje tan real permite que nos indentifiquemos con ella y que los capítulos se vivan más!
    Escribes muy bien! Sigue así!
    Un besito.

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  5. ¡Hola! Tienes un premio en mi blog por tu increíble historia <3
    http://lmdreamer.blogspot.com.es/2013/07/premio-wiiiiii.html

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