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jueves, 24 de julio de 2014

Capítulo 12: Floreciendo sentimientos.




Esa noche, Lena apenas pudo dormir. La fiesta duró hasta, más o menos, las cuatro de la mañana, y un poco antes de que acabase, había empezado a llover muchísimo. 
Dedicó gran parte de la noche a sus pensamientos, a escuchar el sonido de las gotas de agua al morir estrelladas contra la ventana de su habitación, y sobre todo, a pensar en lo que había pasado ese día.
Habían sido demasiadas cosas para un sólo día, y la verdad es que no tenía ni idea de cómo se sentía. 
Pero de una cosa estaba segura, y era de que Vic le gustaba. Le gustaba, por muy loco que sonase ese concepto, ya que le conocía desde hace apenas unos días... pero le gustaba estar con él, reírse con él, hablar, caminar a su lado, lo que fuera. Todo lo que hiciesen le hacía sentir cómoda y llena, y eso no lo había hecho nadie nunca. Lena era muy poco sociable, no se adaptaba a la gente y siempre estaba aislada de todo el mundo, y con la poca gente con la que se hablaba no tenía nada en común.
Con la misma Sarah no tenía nada en común y de lo único que hablaban juntas era de chicos. O de chicos y fiestas. O chicos, fiestas y asignaturas del instituto. Y cuando no tenían nada más que añadir sobre ninguno de esos tres temas, se les acababa la conversación para el día entero. Normalmente la que siempre hablaba era Sarah, ya que Lena no tenía mucho que añadir; no se llevaba bien con los chicos, no iba a fiestas y en el instituto aprobaba a duras penas.
Luego Lena llegaba a casa a meterse en su habitación y permitirse el placer de no saber nada de nadie hasta el día siguiente. Nada de llamadas, nada de dar una vuelta, ni de amigas que te llamaban después de comer, o que te decían de ir a la biblioteca a ''estudiar''. No, nada de nada.
Pero con Vic era diferente. Si ahora mismo estuviese en su habitación viendo cualquier serie que solía ver tantas veces hasta que se lo aprendiese de memoria, y Vic la llamase para ir a dar una vuelta, ella accedería. En cambio, si lo hacía Sarah, se inventaría alguna excusa. O si era su madre para que la ayudase con la compra.
Aunque realmente Sarah nunca le decía de quedar después de clase. Era de esas típicas ''amigas de instituto'' de la que no te separas durante todo el año escolar pero después no sabes absolutamente nada. 
Era cierto que no conocía tanto a Vic, pero... con él era diferente. Su manera de ser tan extraña... como si tuviese algo que ocultar en cada movimiento que hacía, con cada mirada que lanzaba y en cada palabra que decía. Y le gustaba. Le gustaba todo ese misterio que habitaba en él y en sus ojos. Se había dado cuenta esa noche, al tenerle en frente, con la luz de la luna reflejada en su cara y sus ojos tan azules como el mar al anochecer. No sabía qué le había impulsado a besarle, solamente tenía claro que no se arrepentía de haberlo hecho, independientemente de lo que pasase después de aquello... aunque, pensar en los sentimientos de él hacia ella, le hacían sentirse extraña, y la verdad es que no tenía muchas ganas de saber lo que opinaba él de lo que había ocurrido esa noche. Cierto era que no había rechazado su beso, pero tal vez lo había hecho por otros motivos que no eran específicamente el de querer besarla.
Tal vez Vic no quisiera besarla, pero no se atrevió a rechazar su beso. O tal vez le pilló tan desprevenido que no le dio ni tiempo a quitarse.
Lena se puso a pensar en las historias de amor que le contaba su madre, y en que ella siempre decía: ''Hemos oído ya muchas historias de chicos que besan y se van...''


                                                                  

La mañana siguiente, nadie vino a despertarla. Ni las persianas estaban levantadas cuando ella abrió los ojos.
Miró el reloj y era ya mediodía. Se levantó de la cama sin muchas ganas y se sentó en el borde de ésta, mirando a la nada. Cada vez que recordaba lo ocurrido con Jorge -y también lo de Vic- el día anterior, sentía ganas de no volver a salir de esa habitación hasta que tuviese que coger el autobús para marcharse dentro de tres días. 
Bajó a la cocina, al parecer todos dormían aún, así que cogió una naranja y subió las escaleras otra vez. No sabía qué hacer, y no tenía pensado volver a su habitación a darle vueltas a la cabeza.
Mientras subía las escaleras pensó en que nunca antes había estado en el cuarto de Vic, ni había ido a verle, a buscarle para bajar al salón o algo de lo que hacía él por ella. De hecho, ni siquiera sabía cuál de todos los dormitorios del tercer piso era el suyo. Lo único que sabía era que su cuarto era el único ocupado, todos los demás estaban vacíos porque en invierno hacía demasiado frío en el tercero. 
Empezó a subir las escaleras sin pensar exactamente hacia dónde iría, pero antes de que le diese tiempo a seguir pensándolo, vio a Vic apoyado en la puerta de su habitación.
De la habitación de ella.
Se detuvo a varios pasos de él y se quedó mirándole hasta que él levantó la vista. A Lena le pareció que estaba tan pálido que parecía un fantasma, aunque cuando la miró, sus ojos brillaron tanto que retiró aquello.
-Buenos días -saludó él, con una voz suave y relajante, como si conociese el caos interior que la invadía en ese momento.
-Buenos días -respondió Lena, e intentaba no sonreír, aunque no supiera por qué.
Estaba feliz de que hubiese ido a su habitación, como todas las mañanas. Estaba feliz de que ese día no fuese una excepción.
Vic llevaba una camiseta negra de manga corta, y unos pantalones vaqueros. Lena descubrió que ese era su look de andar por casa.
-Me gusta cómo estás hoy.
Lena se miró a sí misma.
Iba en pijama.
-Ah, eh... no suelo llevar mucho esto por la calle -comentó.
Vic se rió.
-Me refiero a cómo estás tú, no tu ropa -dijo- tu cara. Tus ojos sobre todo.
Ella se preguntó si se habría lavado bien la cara antes de salir de su habitación. Y como no supo qué decir, se dedicó a espachurrar el último gajo de la naranja que tenía en la mano.
-¿Quieres ver mi habitación? -preguntó Vic.

                                                                              


Jorge se había despertado pronto, pero no había salido en toda la mañana de su habitación, le dolía la cabeza de una manera exagerada y tenía ganas constantes de vomitar.
Miraba a su alrededor y sentía que cada vez se encontraba en un ambiente más desolador que el segundo anterior, últimamente no tenía nada positivo en la mente, ninguno de sus amigos le había hablado durante esos días, y él ya estaba cansado de iniciar siempre la conversación.
O sea que, ahí estaba, solo y aburrido. Y deprimido.
Y por si fuera poco, la noche anterior había hecho bastante el ridículo. No paraba de pensar en que le había pegado a Vic y él no le había devuelto el golpe. Ni tan siquiera se había asustado, ni se había enfadado, nada de nada. Había actuado como si Jorge fuese un niño pequeño que le había dado una patada, y al cual había tenido que ignorar. Como si fuese superior a él. O considerase que ese puñetazo había sido una cosa de críos y él no estaba para juegos. Jorge odiaba que le tratasen así.



                                                                               


La habitación de Vic era enorme. Tenía la cama en el centro, un equipo de música y una mesa, aunque parecía todo muy antiguo.
-Bienvenida a mi guarida -le dijo él, mientas entraban- Te parecerá poca cosa, pero al menos me da para dormir.
Lena puso los ojos en blanco.
-No tengo muchas cosas porque apenas vengo aquí -le explicó él mientras se agachaba ante el equipo de música, y recogía una caja de cartón cubierta de polvo que había en el suelo- Pero sí tengo muchas cosas que me gustaría enseñarte.
Lena no supo si a Vic le molestaría que se sentase en su cama, así que se sentó en el suelo, cerca de él. Vic colocó la caja frente a ella y le hizo un gesto con la mano para que la abriese.
Lena se quedó un momento mirándole mientras él limpiaba el polvo de la caja. No fueron más de cinco segundos, pero le sirvieron para fijarse en sus manos, tan pálidas como la nieve, en sus dedos largos y finos, como los de un pianista, y las venas azules que le nacían en los dedos y recorrían todo su brazo, hasta que aparecía la manga de la camiseta y le impedía ver más. Era como un paisaje. De esos que verías mil veces, y las mil veces lo contemplarías como la primera.
En ese momento, mirándole bien, se dio cuenta de que su pelo era cobrizo, oscuro pero cobrizo aún así, y que tenía un par de pecas en la mejilla izquierda. Se dio cuenta también de que llevaba el cabello revuelto, húmedo y de que cuando le miraba a la cara pensaba que era imposible que fuesen tan inocentes e inquietantes a la vez unos ojos tan azules y un rostro tan aniñado. Si no fuese por su altura y sus hombros anchos, habría sido imposible echarle más de 15 años. Y, ahora que lo pensaba, ¿qué edad tendría? ¿18? ¿19?
Era realmente guapo. ¿Cómo no se había fijado en todos esos detalles antes?
Lena no se creía que hubiese besado a un chico así. Si las tías que le hacían el vacío en su instituto le supiesen, la matarían y se llevarían a Vic de esclavo.
Cuando él alzó la cabeza, sus miradas se volvieron a encontrar, se clavaban como punzones, se atraían como imanes. La mirada, los ojos de Vic eran realmente sobrecogedores, tanto que sentía que se sonrojaba y se ponía pálida al mismo tiempo cada vez que él la miraba.
Lena bajó la vista y miró la caja.
Y con las manos temblorosas, como si estuviese a punto de abrir un regalo, o algo realmente sagrado, abrió las cuatro tapas y miró su interior, sin atreverse a tocar nada.
Eran discos de música. Y parecían bastante antiguos, aunque a primera vista no consiguiese verlos demasiado bien.
Fue Vic quien metió la mano en la caja primero. A juzgar por su rostro, completamente serio, y sus movimientos firmes y seguros, nadie pensaría que por dentro estaba temblando.
Lo primero que sacó, casi del fondo del todo de la caja, fue un cómic.
-Lo he encontrado en seguida porque es el único que me queda -musitó. Y Lena no supo si se lo decía a ella o a sí mismo- Todos los demás... los he... bueno. Los he ido dejando.
Lena frunció el ceño. 
Sentía ganas de preguntarle qué pintaba ella en su cuarto investigando una caja polvorienta que parecía muy personal, pero sintió que fastidiaría el momento y se lo guardó. Se limitó a preguntar:
-¿Se lo has ido dejando a gente y los han perdido?
Vic soltó una pequeña risa, que parecía irónica, y la miró de reojo.
-Algo así -respondió- Pero no es esto precisamente lo que quería enseñarte.
Volvió a meter las manos en la caja, y fue sacando discos poco a poco, uno tras otro. Estaban completamente limpios, sin rastro de polvo, pero cada vez que sacaba uno, lo limpiaba con la palma de la mano y lo dejaba sobre el suelo, al lado de ella.
Lena iba cogiéndolos, con el mismo cuidado que él le ponía, como si fuese algo realmente sagrado.
El primero se llamaba ''Hysteria'' y era de Def Leppard.
Sinceramente, a Lena no le sonaba de nada. Le echó un vistazo a los títulos, Woman, Rocket, Animal, Love bites... Le gustaba el dibujo de la carátula.
El segundo disco que cogió era ''Joshua Tree'' de U2, ''Appetite for destruction'' de Guns N' Roses,  también ''No Jacket Required'' de Phil Collins, y esos ya los conocía.

-Esto es mi mayor tesoro -dijo Vic de pronto, orgulloso.
Se levantó del suelo, cogió uno de los CDs sin que a ella le diese tiempo a ver de cuál se trataba, encendió el equipo de música y colocó el disco en él.
Unos segundos después sonaba Amanda, de Boston.
Vic se volvió a sentar frente a ella, y unos segundos antes de que empezase el estribillo de la canción.
-Escucha y dime qué te hace sentir.
Inmediatamente se calló y la letra de la canción volvió a invadir la habitación. Lena se sintió extraña ante aquel comentario, pero se dedicó a escuchar la canción. Era una canción de amor, una declaración de amor en toda la regla, pero a Lena se le antojaba como una despedida, como si la persona que cantaba estuviese declarando su amor porque tenía que irse. 
Mientras la canción sonaba, ella jugaba a imaginarse alguna escena de película romántica a la cual le viniese bien esa canción como banda sonora.
Cuando acabó y el cuarto se quedó en silencio, Vic la miró a los ojos. En realidad, la había estado mirando durante toda la canción, pero Lena no se había dado cuenta.
Y ahora él le miraba como si esperase un respuesta.
Lena entreabrió los labios lentamente.
-Suena como si... -musitó, dubitativa- como si estuviese dando un ultimátum. Un ahora o nunca. Un ''o te enamoras de mi en este preciso segundo o esto se acaba''. Es como si se tuviese que marchar, como si después de eso fuese a... como si luego fuese a desaparecer.

                                                                          





2 comentarios:

  1. Eeeemm.... Siguiente, por favor jajaja no nos dejes con la intriga ><.
    Me ha encantado!! :D y quiero el siguiente yaa ><
    Sigue asii!! :3
    Un besitoo <3

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  2. Dios me encanta *-*
    ¿Qué será lo que quiere decirle Vic a Lena?
    Jo, yo quiero a Vic, no a Jorge. Víctor está más bueno (quizás por que mi novio se llama así xDD)
    Pero aún así la escena de Jorge y Lena bailando ha sido taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaan tierna, bonita, monosa y... KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA joder, cuando Jorge ha juntado sus frentes ha sido pura hemorragia nasal *-*
    Aunque agradezco que Vic los haya interrumpido :33
    Y Sheila celosa JAJAJAJAJAJAJA BITCH :D
    Que mono acordándose de las cositas de su infancia Awwwwwwwwwwwwwwwwwwwwwn :'D
    Ahora estoy dividida entre Jorge y Víctor >.<
    Mi corazón tiene mucho sitio para los dos y Alex Pettyfer :33
    Siguiente :D echaba de menos esta historia, llevas más de medio año sin subir mala pécora (se te quiere igual :3).
    Un beso <3

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